Vender la play, empeñar la moto y hasta un viaje en taxi, el fanatismo de los hinchas de Juventud para ver al equipo
Juventud enfrentó a Independiente en un partido histórico para el fútbol de la provincia y El Chorrillero te muestra todo lo que no viste en exclusiva.
Hay derrotas que duelen y afectan en el plano emocional, pero otras que dignifican o pasan a ser un simple resultado y nada más. Quizás las últimas opciones sean las más lógicas para comprender porque el deporte de San Luis dejó una buena impresión ante los ojos de un país que pudo ver el duelo de 16avos de final de Copa Argentina.
Desde el vamos, enfrentar al Rey de Copas es sinónimo de jerarquía. En los papeles o en las estadísticas, tal vez el 2 a 0 final haya sido predecible. Aunque para muchos los síntomas no se condicen con el diagnóstico.
Desde lo futbolístico, simple y sencillo lo describieron los protagonistas. El experimentado arquero César Taborda, subrayó: “Hay una diferencia impresionante entre un equipo y otro en jerarquía, presupuesto y tuvimos una derrota digna. Si hay alguna forma de perder, es esta”.
Para el entrenador Walter Sanfilippo, se volvieron a San Luis conformes. “Satisfecho y orgullosos del esfuerzo que se hizo para ser competitivos. Dejamos en alto el escudo de Juventud y a la provincia”, destacó.
En el 0-1 y a los 88 minutos, el pibe de Paso Grande, San Luis, Gerónimo Salinas ensayó una chilena que tenía destino de red pero se terminó desviando en el hombro de un defensor de Independiente. La suerte, como en los penales con Maipú, esta vez no estuvo del lado Auriazul.
Con el resultado final y el diagnóstico de juego, lo más resonante es que el equipo y plantel en sí, estuvo plagado de jugadores surgidos de la provincia. Sin detenerse en los detalles, pero un ejemplo fue la dupla central. El más joven Julián Gómez de 22 años que se crió en El Bajo junto al más experimentado, Gabriel Ojeda que con 35 años volvió a ponerse la auriazul como lo hace desde sus 9.
Y siguiendo con el diagnóstico, aún resulta incomprensible la locura de los hinchas. A diferencia de las 14 cuadras que tuvo que recorrer Independiente para llegar al estadio Ciudad de Lanús, los puntanos hicieron 800 kilómetros. Y ahí estuvieron, con las banderas, bombos y trompetas alentando al equipo de sus amores un viernes por la noche.
Algunas de las historias, ratifican el por qué de tanto sentimiento y pasión. Como es el caso del nene que vendió la play para poder viajar con su papá y abuelo (había visto el último enfrentamiento contra Independiente en 1979). O lo que hizo Emiliano Pereyra que empeñó la moto para estar ayer y en Córdoba en la fase anterior junto a su hijo Mateo.
Se suma también la anécdota de Javier que junto a cuatro amigos dejó el día de trabajo y se fue en un taxi. Ni hablar lo que hizo la familia Lucero de El Bajo, que dejaron hasta lo que no tenían para que once de ellos digan presente en la popular.
Y así, cientas de locuras y vivencias sólo para apoyar y seguir a la institución auriazul donde sea.
Es por ello que por los jugadores oriundos de San Luis y la presencia de cientos de hinchas en la Fortaleza Granate, es que se puede justificar y comprender que fue una noche en la que ganó el fútbol y el deporte de San Luis sintetizado en tan solo tres palabras: sentido de pertenencia.